Ejercicio de imitación

«Imitando el formato del poema AJEDREZ, de Borges»

AJEDREZ (Jorge Luis Borges) – Son dos sonetos que pertenecen al mismo poema:

-1-
En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas pieza. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.

Adentro irradian mágicos rigores
las formas: torre homérica, ligero
caballo, armada reina, rey postrero,
oblicuo alfil y peones agresores.

Cuando los jugadores se hayan ido,
cuando el tiempo los haya consumido,
ciertamente no habrá cesado el rito.

En el Oriente se encendió esta guerra
cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra.
Como el otro, este juego es infinito.

-2-
Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.

No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.

También el jugador es prisionero
(La sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y blancos días.

Dios mueve al jugador, y este, la pieza.
¿Qué dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonías?

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MARIONETAS – Mi imitación; también son dos sonetos que conforman el mismo poema:

-1-
En su frío taller, el artesano
crea las marionetas. El destino
le dio talento para el arte fino
de modelar muñecos con sus manos.

Un hombre ha de moverlos con sedales
a esos tristes muñecos tan sin vida
que carecen de un alma volitiva
y no atinan a dar propias señales.

Cuando la función haya acabado,
cuando los muñecos se hayan acostado,
ciertamente no habrá cesado el rito.

Un dentista de Lyon comenzó esta farsa
que nos recuerda la encendida zarza
que habló severa en un antiguo mito.

-2-

Pálidas marionetas sin consciencia,
sin alegría, sin dolor, sin albedrío,
despliegan su rutina sin hastío
ni entusiasmo, ajenas a la audiencia.

Ignoran que hay un marionetista
que les imprime voz y movimiento;
ignoran que su andar es sólo un cuento
que viaja siempre por la misma pista.

También el marionetista es un recluso
del universo, ese escenario obtuso
que el dios urdió para su empresa triste.

Dios mueve al artista, y este a la marioneta.
¿Y qué dios detrás de dios completa
el catálogo de cosas que no existen?