Ética de los secretos

Observaciones para quienes cuentan secretos

  • No olvides que si cuentas algo delicado sobre ti mismo, eso es un secreto. En caso de contar algo sobre otros, es un chisme.
  • No cuentes algo para decir luego: “Por favor, no se lo digas a nadie”. Hacer tal cosa es abuso de confianza, porque guardar un secreto es una pesada carga difícil de soportar. Por el contrario, primero debes preguntar: “¿Puedo contarte un secreto?”; y si la persona acepta, se lo cuentas; y si no acepta, pues no se lo cuentas y no le insistes, y mucho menos te ofendes.
  • En la medida de lo posible, evita comprometer a nadie a que sea depositario de un secreto, ni siquiera preguntándole primero si acepta que se lo cuentes. Tal consideración evitará que otros carguen mochilas que tal vez sólo a ti te corresponde cargar.
  • No cuentes un secreto a una persona que tiene un vínculo afectivo como el matrimonio, a menos que aceptes decírselo a ambos miembros de la pareja y que ambos acepten que se lo digas. A la pareja no se le ocultan cosas (o no se le deberían ocultar). No comprometas a alguien a que le oculte un secreto a su propia pareja sentimental (y no olvides que una persona que hoy no tiene pareja sentimental, mañana podría tenerla).
  • Si cuentas un secreto que puede poner en riesgo la vida del receptor, esa es la peor traición que le podrías hacer. No esperes que el receptor se sienta obligado a guardar tu secreto en caso que llegue a descubrir que lo pusiste en riesgo.
  • Si descubres que un secreto tuyo se hizo público, no te apures a conjeturar que aquel a quien se lo confiaste te traicionó divulgándolo. Ten en cuenta que los secretos suelen revelarse por mecanismos diversos. Incluso tú mismo puedes haberlo revelado involuntariamente de manera subconsciente.

Observaciones para los depositarios de secretos ajenos

  • Si eres tú quien aceptó guardar un secreto, hónralo. No se lo cuentes a tus hijos, ni a tus primos, ni a tu mejor amigo. Si cuentas el secreto a un tercero, es traición aunque creas que se lo haz contado a alguien de total confianza.
  • Ni siquiera menciones que alguien te contó un secreto, porque ya sabes que te empezarán a presionar para que lo reveles y digas el nombre de quien te lo contó a ti. Hacer tal cosa, demuestra que en el fondo estás ansioso por revelarlo y estás buscando una excusa para hacerlo.
  • Jamás olvides que si te cuentan algo que reviste el carácter de un secreto, pues eso es. Se trata de algo serio que no debe confundirse con una conversación de peluquería.

Ética para los secretos al interior de la familia

  • Hay secretos compartidos por el matrimonio y sólo por el matrimonio. Aún si se divorcian, y aún si su relación posterior al divorcio es muy mala, ambos deben sostener el sagrado principio de que los secretos del matrimonio jamás deben ser conocidos por los hijos; y la única garantía de que los hijos no lleguen a conocerlos es que tampoco se lo cuenten a amigos o allegados.
  • Hay secretos que son compartidos por la familia (padres e hijos). Siempre recuerda que tus hijos tienen derecho a conocer los secretos familiares. Asegúrate de esperar a que tus hijos tengan la edad suficiente y la madurez necesaria antes de contarles tales secretos. Una vez que tengan la edad y la madurez, no te demores ni un día más y cuéntales.

Mentira y traición

  • Información que deberías revelar y no revelas, equivale a una mentira.
  • Información que NO deberías revelar pero la revelas, es un acto de maldad y de traición al sagrado código de los secretos.

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